Todo montañero sabe que la aventura no empieza en el momento que pones el pie en el sendero si no días o meses antes, preparativos y rutas a seguir mirando el mapa, que llevar o no llevar en esa mochila, pero todo llega y eran las 09:00 horas del día cinco de Junio y en Nigüelas aparecía nuestro amigo Antonio de Pinos Genil con su Renault Laguna quien habíamos acordado con el en que nos llevaría lo mas próximo a Peña Partía y fiel a su palabra y sin objetar nada allá que nos subió hasta donde la cadena del carril le permitió, nos despedimos de el y nos deseo suerte y ahora si, allí estaban Ellos, soberbios, imponentes inaccesibles por sus Nortes como si de una fortaleza se tratara, pero nosotros humildes montañeros tragamos saliva y agachando la cabeza damos el primer paso hacia la aventura y entre las primeras bromas y reajustes de las trinchas de nuestras mochilas nos encajamos en el Refugio de Peña Partida a más de 2.400 metros de altitud y siguiendo la peregrinación que aquel sábado todo el mundo seguía llegamos a los Lavaderos de la Reina paraje sin igual en sus prados verdes se confundía el verdor con la blancura de la nieve y sus sonoros arroyos envolvían todo aquello y sin pensarlo mucho soltamos las mochilas y nos dispusimos a digerir las viandas para ese día, que paz y tranquilidad se respiraba allí pero eran las 15:00 horas y nos quedaba mucho que andar, por lo que casi sin respirar llegamos a nuestro primer Tres mil, el Picon de Jerez y siguiendo la cuerda llegamos al Puntal de juntillas donde nos liberamos de las mochilas y corrimos para Cerro Pelado un Tres mil alejado de sus hermanos pero que no quisimos de dejar de saludarlo (era el primer día y estábamos fuertes) de nuevo regresamos al Puntal Juntillas cogimos nuestras mochilas y al poco tiempo hicimos cumbre en Los Cervatillos y siguiendo un poco mas adelante haríamos el que fue nuestro ultimo tres mil de la primera jornada el Puntal de los Cuartos, estaba anocheciendo y Manolo siempre prudente y con bastante lógica nos propuso parar y buscar un lugar donde acampar, estaba claro que iba a ser sobre nieve, pero eso ya no nos preocupaba ya teníamos experiencia, lo que si nos urgía era en derretir la nieve para cocinar esa noche y con el calor de una buena digestión meterte en el saco a intentar dormir.La noche fue placida y sin mucho que reseñar, bueno si, algún despistado puso el despertador a las cuatro de la mañana, Mario no se lo podía creer “¿Ya son las siete? he dormido del tiron!!! “Manolo le volvió a la realidad “no Mario, son las cuatro…”
Eran ya las siete y del saco daba pereza salir, parecía que presagiábamos la dura jornada que nos esperaba, la Gran Dama Blanca de Sierra Nevada nos esperaba, también mi torpe caída que por suerte y con la destreza de mi piolet me salvo de algo mayor y como no, nuestro amigo zorro en Siete Lagunas, pero bueno poco a poco... de momento como introducción esta bien, ahí van un par de fotos de la primera jornada.
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