Fue durante un reconocimiento
previo a la prueba de la Gran Vuelta Valle del Genal, donde al visitar el
pueblo de Júzcar (el de los Pitufos) me llamo poderosamente la atención una
zona concreta de estos montes. Y es que en el gran inmenso bosque de castaños,
que rodea todo este valle del Genal, sobresale una parte agreste y que nada
tiene que ver con el resto. Esta zona denominada “Los Riscos”,
es una formación de un gran torcal de origen
sedimentario, constituido de roca caliza, que debido a su erosión presenta
formas caprichosas y misteriosas.
Los Riscos.
Tras ponérselo en conocimiento a Mario y miembros
del Equipo A media horita, surgió la idea de visitar la zona y como complemento
a esta y ya que tampoco lo conocíamos, realizar el barranco de la Sima del
Diablo, que se encuentra en la misma localidad.
Ese día la salida se puso bien
temprano, ya que debido que no conocíamos la zona y los días se acortan, nos
dimos cita a las seis de la mañana. No sé si fue por lo temprano de la quedada
o por que las bulas papales no llegaron a tiempo, pero solo comparecieron Mario,
Fran y el que escribe.
Eusebio, contemplando un retrato de un antepasado...
Papá Pitufo, pasando lista...
Creo que eran las ocho de la
mañana cuando llegamos al Barranco Sima del Diablo o como he pasado a llamarlo
el barranco gastronomico. Con algo de fresquito nos colocamos el traje de
neopreno y como solo disponíamos de un solo vehiculo y el tiempo apremiaba y
por que no decirlo, el Boss le encanta eso de ir a contracorriente, nos
dispusimos a meternos en el barranco en sentido ascendente, si, si, barranco
arriba, ¿Y los saltos?. El primer salto de agua, de unos cinco metros de
altura, lo salvamos trepando por uno de sus lados, pero el segundo de diez,
era imposible…por lo que no quedaba otra que buscar una alternativa por los márgenes.
Márgenes de pinchos y rampas descompuestas, que un resbalón y …Fran llevaba el
casco y el botiquín… aunque luego se tapone una herida con papel higiénico y
unas gafas de sol, pero botiquín llevaba..y casco también…
Incio del barranco, junto a la antigua frabrica de hojalata.
Así salvamos un par de rápeles
más, hasta llegar a una zona que era progresar por el mismo cauce del río. Todo
esto con el traje puesto claro!!!!, que ya empezaba a molestar por el calor, con
los goterones de sudor que me caían a borbotones, pero no había otra y había
que llegar como fuese al nacimiento del río.
En este rápel lo salvamos trepando por la derecha.
En el transcurso de la marcha por
el río, hubo tiempo de vendimiar en los huertos abandonados. Era como ir a un catering;
primero una degustación de castañas y nueces, para pasar a unos tomates con
acelgas y laurel, para terminar con postre de naranjas y caquis…En el ascenso
del río, Mario disfrutaba, porque le va el rollito ese de ir saltado de piedra
en piedra, de mientras Fran y yo con la lengua afuera, pegabamos resbalones y
sudando como un “condenao”…
Grupo de cañas de bambú.
Una naranjita?, un caqui..? un tomatito?, quizas unas castañas..??
No puedo seguir...dejarme aquí...
Tras no se cuantas horas (2 creo),
llegamos al mismo nacimiento del río Zuas. Después de refrescarnos en esta agua
limpia, empezamos ahora si, a descender dicho barranco, montando esta vez las
cuerdas, para rapelar las cascadas.
Nacimiento del río Zuas.
Una vez finalizado el Barranco,
con la compra hecha para la casa, decidieron emprender sin más demora hacia los
Riscos. Yo me hubiese parado a tomar una cerveza o un Nestea FRESQUITO!!! en
Júzcar, pero los compis decidieron que no…les da sueño.
Mi momento; A relaxing cup of café con leche in Barranco Sima del Diablo.
Eran las una de la tarde y con la
lengua como la suela de un zapato, estacionaríamos el vehiculo en una zona
habilitada, junto al inicio del sendero de Los Riscos.
Para todo aquel que no conozca la
zona y quiera visitarlo, no tiene perdida, ya que se encuentra balizado y con
carteles indicadores de lo que estas viendo. El recorrido en si, son unos dos
kilómetros y medio. Pero claro, nada más empezar y tras ver la figura del águila,
el artista de Mario y siendo fiel a su idea de aventura y exploración, nos
salimos del sendero marcado, en busca de grietas y lugares inexplorados.
A mi espalda, la figura del águila.
Mario, en busca de su grieta.
Yo
solo insistí una sola vez de que nos habíamos salido del sendero. Conozco a
Mario desde hace años y nunca le ha gustado seguir los pasos marcados por
otros, a el le encanta la aventura…el de
“por
aquí no ha pasado nadie…” en definitivamente, lo que se dice perderse. Y
perdernos nos perdimos. Fuimos del sur al este, del este al norte, de norte al
oeste, hasta encaminarnos nuevamente al sur y salir enganchando el sedero
oficial que nos llevaría de donde habíamos partido. Conociendo prácticamente
toda la totalidad de este bello torcal.
En esta perdida buscada,
estuvimos unas cuatro horas y media explorando grietas, subiendo y bajando
riscos, viendo cabras Montesas y jabalíes. Un sitio muy enigmático y sorprendente,
donde el silencio es solo roto por el viento al chocar con las caprichosas
formas de los riscos.
Almuerzo rústico.
San Roque ya no es San Roque, San Roque es una capital... quien ha visto al Mario, con
un waasap.
Bueno, pues esto fue todo lo que
dio la jornada que no fue poca. Ah!!! Una cosa que sacamos claro de esta
excursión…las castañas que mejor saben y se pelan, no son las más gorditas, si
no las menuditas y con pelitos.
Y que mejor manera de despedirnos de la jornada, que
con unas refrescantes cervecitas en una terraza y….un plato de boquerones
fritos…”mare mia” (esto no supera las banderillas del “Barbas”, pero casi)
Nos vemos en la siguiente!!!
Sergio Eusebio.